nuestra visión del aikido


"En Aikido usted practica siempre para adaptarse a la lucha callejera, se preocupa por los movimientos de su propio cuerpo y el Ma - Ai (distancia) entre usted y su oponente, así como el adaptarse al método de ataque del adversario ocasional, cualquiera sea dicho método."

 

- Koichi Tohei, discípulo directo de O´Sensei Morihei Ueshiba

 (Del libro "Aikido y Autodefensa" - Editorial Glem, 1977)


Cada uno practica Aikido según su propia elección y la motivación de cada persona para practicarlo es un mundo aparte, pues según su criterio o intereses, elige un estilo, un Maestro, un grupo humano, una Federación, etc.

 

Últimamente, parece que la práctica del Aikido se está polarizando: por un lado, quienes se esfuerzan en buscar la eficacia del Aikido mezclando varias artes Marciales y por otro, quienes enfatizan en el lado espiritual, tanto que se convierte en una práctica casi religiosa.

 

En nuestro caso, Aikido intenta combinar tradición, espíritu marcial y aplicaciones para llegado el caso, cubrir necesidades de defensa personal reales (no deportivas o fantasiosas), ya sea evitando los conflictos que podemos evitar - mediante su filosofía no-violenta -, pero también a través del entrenamiento combativo, resolviendo situaciones de violencia que no buscamos y de repente nos encontramos inmersos.

 

Esto, no tiene nada que ver con entrenamientos donde se enfrenta a un atacante con protecciones, que lanza golpes y patadas, mientras el defensor se esfuerza por atraparlo para torcer su brazo o proyectarlo mediante fuerza bruta. Eso más que un camino que nos conduce a la eficacia, creemos que reduce al Aikido a una pelea donde el defensor intenta con escaso éxito aplicar ocasionalmente alguna técnica y si no le funciona, echará mano a algo aprendido en otra arte Marcial o visto en un video, desconociendo al Aikido, tanto en su riqueza técnica como en su contenido filosófico.

 

“Aikido no es para destruir sino para proteger la vida,

 tanto propia como de terceros.”

 

Para nosotros la búsqueda de la eficacia no es una pelea donde se intenta aplicar llaves o proyecciones, sino que incorporamos distintos tipos de ejercicios, porque si se quiere aumentar las posibilidades de aplicarlo eficazmente a situaciones de defensa persona entendemos que se debe entrenar con una metodología que apunte a ello. Si bien realizamos entrenamientos libres y llegamos a practicar combate, de ningún modo tiene similitud con una pelea por puntos o donde frente a golpes y patadas el practicante intenta aplicar desesperadamente una técnica de Aikido (suelta).

 

Mientras que por otra parte, creemos que no hay necesidad de reducir al Aikido a un baile, a una coreografía y estar constantemente enfatizando sobre su filosofía o interpretando frases del Fundador, para convencernos nosotros mismos que somos buenos, pacifistas y “superiores”, como si se tratase de una competencia para demostrar quien sigue al pie de la letra las enseñanzas de O´Sensei y creerse con derecho a señalar a otros diciendo eso es Aikido y eso no.

 

 

El Aikido es una disciplina Marcial y como tal nos gusta practicarlo. Por eso, en lugar de bailar, preferimos trabajar sobre movimientos cortos, directos, potentes… y en vez de coreografías, hacemos trabajos de base y aplicaciones para llegar a formas libres y ejercicios donde se elimina el consentimiento de Uke (él que recibe la técnica).

 

Experimentar la idea del Aikido como disciplina Marcial, redundará en el practicante mejorando su nivel técnico y estado físico, a la vez que enfrentar, durante el entrenamiento, ataques potentes ayudará a que tome conciencia de lo peligroso y nocivo que puede llegar a ser combatir violencia con más violencia, en una situación real.

 

Este es un punto de partida, tanto para entender la importancia de estar preparado y poder dar una respuesta proporcional llegado el caso, como para provocar la apertura mental y empezar a comprender la filosofía no violenta transmitida por O´Sensei, no mediante divagaciones filosóficas sino en la práctica, dentro del Dojo y así trasladar esa filosofía de paz a nuestra vida diaria.

 

Buscamos desde el punto de vista filosófico, trabajar con la idea del Aikido como un camino que fomente la mejora de uno mismo, acondicionando nuestro estado físico, estudiando aspectos técnicos y profundizando el plano espiritual a través de la meditación.

 

Si hablamos de filosofía del Aikido, entendemos que tiene que existir coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. En muchos Dojos de Aikido, se habla de sinceridad, pero los Ukes caen solos haciendo de la práctica un engaño; se habla de no-violencia pero se ve como grados avanzados abusan “trabajando fuerte”, ante Ukes inexpertos que atacan sin técnica y sin intención de hacer daño, pero cuando cambian de rol…esos mismos “duros” se divagan en explicaciones y le piden que las técnicas las apliquen más suave. Lamentablemente, sobran ejemplos y casos por el estilo.

 

Por todo esto, nos parece importante desde el comienzo no engañar al practicante que llega al Dojo, porque a nuestro entender, que simplemente es otra visión del asunto pero no la única válida, creemos que entre otras cosas enfrentar ataques sinceros (tirar a pegar) es la mejor forma de honrar y plasmar en la práctica la filosofía de O´Sensei Morihei Ueshiba, ya que esto nos lleva a la necesidad de entrenar y aplicar los conceptos de la mejor manera para evitar ser golpeados y a la vez, responder técnicamente de forma proporcional causando el mínimo daño.